El cineasta Rosendo Ruiz regresa a las salas con La zurda, película que se estrenará el 24 de abril en salas de Argentina, después de su paso por Bafici. El director sanjuanino, radicado hace muchos años en Cördoba, reflexiona sobre el filme, su relación con De caravana y los retratos humanos.
–¿Qué se siente estar frente a otro estreno nacional?
–Estoy muy contento, porque tenemos la oportunidad de llegar de nuevo al público con una película que venimos trabajando hace mucho tiempo, a la que le hemos puesto mucha energía, mucho amor. Esa es un poco la función que tenemos los artistas, que es devolverle a nuestra comunidad las historias que nos cruzan, que nos suceden a nosotros y a las personas con las que convivimos en sociedad.
–¿Qué querían mostrar con La zurda?
–Queríamos que fuera una peli en la que el cordobés se pudiera identificar, en donde la gente de otras provincias o países nos conozca con las particularidades que tenemos: cómo hablamos, cómo nos relacionamos, la música que escuchamos y la ironía que manejamos.
Los vínculos de “La zurda” con “De caravana”
La zurda mantiene vínculos con De caravana, su obra de 2010. “Sabía que tenía un lazo fuerte. El tema de lo popular, de las clases medias y bajas, de la gente más marginal, es algo que me interpela”, explica Ruiz. En ese sentido, el cuarteto cobra un rol central: “En Córdoba hay un estilo musical que además es comercial. Quisimos explorar el sueño de los jóvenes por ser artistas y cómo el cuarteto es un motor para lograrlo”.

–¿Por qué eligieron a Monada para la música original?
–Los tenía escuchados bastante, me gustaba cómo sonaban. Pero la decisión de invitarlos es porque es una de las pocas bandas emergentes con muchos temas propios. Otras hacen cóvers y nosotros queríamos temas originales. Al investigar un poco más, me di cuenta del nivel musical y de profundidad de las letras que tienen. Y, lo mejor, son muy buena gente. Fue un placer trabajar con ellos.
Ruiz también se refirió a la representación de la marginalidad: “Queríamos mostrar la realidad de quienes la tienen más difícil, pero sin caer en estereotipos. Un crítico me dijo que no vio la situación de marginalidad y, para mí, eso fue un halago: logramos que el espectador viera a los personajes de igual a igual”.
Con la esperanza de que la película tenga una buena recepción, concluye: “Ojalá los cines nos den tiempo para que el boca en boca haga su trabajo. La experiencia de verla en pantalla grande vale la pena”.