Cero películas argentinas. Ni una sola. A un año de la designación de Carlos Pirovano al frente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), desde el Espacio Nacional Audiovisual se emitió un balance contundente. La gestión fue altamente negativa y puso en jaque al cine argentino.
Pese a las promesas de respetar la Ley de Cine, el accionar del actual presidente violó tanto su letra como su espíritu. Así lo deja claro el documento difundido este mes.

El dato que resume la gravedad de la situación es elocuente: por primera vez en su historia, el Incaa lleva un año completo sin aprobar ni una sola película nacional. Cero películas argentinas.
Las decisiones tomadas desde el organismo no solo paralizaron la producción, sino que provocaron un retroceso sin precedentes en la industria.
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Entre las medidas más cuestionadas figura la eliminación de los instrumentos de fomento a la producción, como la “preclasificación de proyectos”, clave para garantizar previsibilidad y facilitar coproducciones internacionales. Además, la implementación de créditos bancarios como único mecanismo de financiamiento resultó ineficaz, ya que ninguna productora logró acceder a ellos, aseguran.
Caída de inversiones y empleos en la industria audiovisual
Otra de las decisiones criticadas es la aplicación retroactiva del Decreto 984/24, que modificó condiciones de subsidios ya otorgados, afectando la planificación económica de múltiples rodajes en curso. Esto derivó en pérdida de empleos y caída de inversiones. La limitación del reconocimiento de costos de producción al 50% también generó graves consecuencias en la sustentabilidad de los proyectos.
En paralelo, se denunció un retiro sistemático del apoyo a la difusión del cine nacional. La Resolución 16/2024 suspendió los aportes a festivales y organismos provinciales, y se eliminaron políticas clave como la cuota de pantalla y la media de continuidad, fundamentales para que el cine argentino acceda a las salas. El histórico Cine Gaumont, que debía funcionar como “el Teatro Colón del Cine Nacional”, fue resignificado y comenzó a exhibir mayoritariamente cine internacional.
También se criticó la transferencia de la plataforma Cine.ar a la Secretaría de Medios de la Presidencia, una decisión que dejó en el aire la continuidad del único canal público dedicado al cine argentino. El resultado fue contundente: en 2024, la participación del cine nacional en la taquilla cayó a un histórico 2,19%, un 60% menos que en 2023.
En el plano internacional, la renuncia a la organización del mercado Ventana Sur y el retiro de apoyos a festivales debilitaron la presencia global del cine argentino. La contradicción fue evidente cuando Pirovano, que había prometido no “pasearse por festivales”, representó al país en Berlín y Málaga, pese a haber desmantelado los mecanismos que hacían posible que las películas llegaran allí.
Desde el Espacio Nacional Audiovisual aseguran que se presentaron propuestas, advertencias y ejemplos de buenas prácticas internacionales, pero que no fueron escuchados. Países como España, Colombia o Uruguay demostraron que políticas activas de fomento pueden fortalecer la industria, generar empleo y aumentar la calidad de la producción.
“La crisis que atraviesa el cine argentino es sin precedentes”, concluye el comunicado, que puede leerse completo en este enlace.
Mientras, las salas siguen vacías de historias nacionales y miles de trabajadores esperan que se restablezcan las condiciones para volver a filmar.